Este verano está siendo el de los pequeños detalles. En periodo estival es normal que la actividad se ralentice por eso nos ha sorprendido la gran cantidad de proyectos que hemos tenido, eso sí, pequeños proyectos.
Y es que muchos de los que han acudido a nosotros han preferido hacer cosas pequeñas, casi insignificantes en tamaño al lado de otros regalos que recibían los protagonistas de los cumpleaños o fiestas a las que asistían, pero grandes en la emoción con la que han sido recibidos. Así, un tarro de piruletas para un niño, unas pegatinas para una reunión de amigos del colegio o una lámina para un cumpleaños muy significativo, han causado sensación.
A nosotros nos gustan los proyectos de todos los tamaños y no decimos no a nada pero debemos reconocer que un pequeño detalle, a veces, bastaría para llenar de cariño el museo del Prado.
Aquello meditado, pensado y hecho para una persona a la que queremos perdura en el tiempo y en la memoria. No importa lo grande que sea o su valor, solo importa el que hayamos dedicado parte de nuestro tiempo a hacer feliz a otra persona.
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