Nada más bucólico que estar tumbado en el campo mirando al cielo y jugar a ver formas en las nubes. Una parece un caballo y otra una flor. Y cuando se juntan, se convierten en un dragón.
La ciencia llama a esto, que nos parece magia, pareidolia y es un fenómeno psicológico donde un estímulo vago y aleatorio (habitualmente una imagen) es percibido erróneamente como una forma reconocible.
Nosotros jugamos a algo parecido cuando vamos a los sitios donde se celebran los eventos que tenemos que decorar y dejamos que nos inspiren. Cuando tenemos clara la idea y la temática, y siempre que esta lo requiera, visitamos almonedas, desguaces y almacenes perdidos. Jugamos a ver en que se pueden convertir esos objetos llenos de polvo y olvidados por todos. Objetos que con un poco de imaginación, vemos formando parte de la decoración de una Primera Comunión, una boda o un cumpleaños o ser directamente, el eje sobre el que gire todo.
Por desgracia, la imaginación no hace el trabajo duro y suelen ser necesarias muchas horas de trabajo y la intervención de profesionales para convertir al patito feo en un cisne. ¿El resultado? Piezas únicas que enamoran y que a veces, algún invitado insiste en querer quedarse o directamente comprar. Aquí podéis ver algunos ejemplos.
Así que… viva la pareidolia.